lunes, 7 de abril de 2014

Crónicas del CEFPIFST: Desde la URSS con Horror, acto 14

- ¿Y piensas hacerlo tan a lo bestia?
- Después de tantos intentos de asesinato, ¿Cree que podemos ser blandos, Fülop?
- No. Supongo que no. Pero la mayor parte de esos funcionarios son inocentes y ni se enteran de lo que hace el KGB.
- Pierda cuidado. Seré todo lo bueno que pueda ser un agente de la Sección Omega. ¿En cuánto tiempo puede abrir un boquete en la sala de vigilancia.
- 24 horas.
- Dentro de tres días, pues.

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Embajada de la URSS en Budapest, tres días después

- Aquí tiene el visado para viajar a Alemania Occidental, caballero.
- Spásiva.
- ¡Siguiente, pozhalujsta!
- Para renovar el pasaporte
- A ver... - El sonriente funcionario cambió del ruso al lituano - Ah, me lo imaginaba, Sarunas Zelgadis. Me acuerdo de Vd. Soy de Vilnius: le vi jugar un par de veces. Me encantaba su manera de organizar los ataques en pick n' roll: mire que corría Vd., eh! Parecía todo un experto al lado de Kazlaukas, Vainauskas o Pavilonis...
- Ačiū
- Entre nosotros, me encantó que se fuera a Grecia: yo soy del Stayba...
- Cosas de la vida, camarada. Por cierto, ¿ese reloj gordo de ahí delante no va un poco retrasado?
- ¿Cómo va a ir retrasado?¡En Moscú son infalibles haciendo relojes!
- Bueno, será cosa mía.

En la Embajada había poca gente. 3D miró hacia todos lados. Había poca gente y no había niños. Menos mal. Con una mano en un bolsillo, Zel jugueteba con un rosario, deseando que fuera leve. Todo iba lento por allí.

- Listos, Ponas Zelgadis. Su pasaporte está al día.
- Ačiū, ačiū... Oiga... ¿Seguro que va bien el reloj?
- ¡Cómo son ustedes los deportistas! - dijo el funcionario riendo - Le aseguro que va bien. Ni que fuera el cronómetro de la pista del Aris de Salóni...

BOOM!

La sala tembló, empezó a caer yeso del techo. Todos los funcionarios y la gente se puso a cubierto. Zel corrió hacia los pasillos privados de la Embajada siguiendo una dirección concreta, como un autómata: Amy le había hecho un croquis del camino que debía seguir para llegar a ella y al ordenador.

- Lo que yo decía: el reloj ese iba atrasado. Joder, que susto.

Bajo deprisa a los subterráneos. Un guardia se le puso en medio apundándole. Por puro reflejo, Zel lo apuñaló certeramente en la barriga con un nuevo cuchillo balístico que le había dado Fülop. No era hora de ver si se le salían las tripas o no. Era hora de correr. Entró en un despacho con un gran ordenador. Allí estaba Amy.

- ¡Casi me matas!¡Pensaba que vendrías mañana!
- Antes de engañar a tus enemigos... - Dijo Zel, no sin ironía - ¡Rápido! Coge el portátil y llévame a la sala de reuniones.

Se veía claro qué sala era, pues una espesa niebla de polvo y humo lo tapaba todo. Zel y Amy se lanzaroin sin dudar hacia la humareda.

- ¿Fülop?
- ¡Aquí, en el fondo!
- ¡Rápido, tengo el aparato y la chica!
- ¡Conque el ordenata va antes que yo, eh!
- ¡Calla y corre!

Un coche rápido y con una matrícula falsa los esperaba. No daba tiempo a apreciar la marca y el modelo. La hija de Fülop arrancó enseguida que los tres entraron en él.

- ¡Tira millas, nena, que nos acabamos de petar parte de nuestro circuito subterráneo!
- Sí, padre.

A toda la velocidad que se podía en esos túneles, la expedición se dirigió a la Estación Keleti.

- No os vais a quejar, parejita. A esta hora pasa el Orient Express por aquí. Destino: Zagreb. He enviado allí a mi hijo menor. El punto de extracción se encuentra en un cruce a las afueras de la ciudad. De allí, en coche hasta Klagenfurt. Y de allí a Barcelona.

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1 comentario:

  1. Me muero de ganas de leer cierto evento que ocurre en el tren, por lo menos en la novela, a ver cómo lo resuelves.

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