lunes, 13 de enero de 2014

Ante la pantalla: Casablanca, de Michael Curtiz (1942)



Estreno de Casablanca en España (1946)

A veces, el factor casualidad juega un papel importante en el mundo del cine. Mientras superproducciones cuidadosamente manufacturadas como en una cadena de montaje se meten el cebollazo padre ante público y crítica, pelis de presupuesto medio-alto (e incluso de las series B a la Z) hechas a trompicones, casi improvisando sobre la marcha con los equipos artístico y técnico teniendo que tirar de puro oficio para sacar el tema adelante o directamente trabajando a desgana, se convierten en monumentales e indiscutidas obras maestras. Esta fue una peli que dio en el [Casa]blanco cuando nadie daba nada por ella a pesar de que no se trataba de una serie B. Simplemente era una peli más de la Warner, una mezcla entre romance y espionaje hecha para sacar provecho del desembarco aliado en el norte de África. El fenómeno de masas en que se ha convertido es un homenaje a el saber hacer de un grupo de excelentes cineastas que se fueron a encontrar allí, precisamente. Y es que todo quisque va a Rick's, ¿no?

Basada en una obra de teatro llamada Everybody Comes To Rick's que fue rechazada una vez tras otra y de la que el gran público no supo su existencia hasta una vez estrenada la peli, ya que jamás se estrenó, esta peli supuso el gran éxito de la carrera del húngaro Michael Curtiz (aunque hay quien dice que su trabajo aquí tampoco fue espectacular) y el despegue definitivo de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman como superestrellas. Con todo, se dice que el mayor artífice del éxito de esta peli y el único que creyó en ella desde el inicio fue el productor Hal Wallis, que supo formar un equipo ideal dsde el director hasta el último extra, y se volcó personalmente en cada día de rodaje.

Si empezamos con las interpretaciones, se hace necesario apuntar uno de los grandes méritos de la peli: lograr una química perfecta entre Bogart y Bergman, el persuntamente no-idealista Rick frente a la idealista Ilsa, dos personajes entre el amor y el deber. Y es que fuera del plató no es que tuvieran mal rollo ni nada, simplemente es que su relación era casi inexistente (parece que la fama de ligona de Bergman hizo que Bogart se mantuviera muy distante con ella, ya que su esposa de entonces era patológicamente celosa). Sin embargo, el tesón que pusieron ambos en su trabajo hacía que cuando las cámaras se pusieran en marcha, toda distancia entre ellos desapareciera, y con ello desapareció también el encasillamiento de Bogart como gángster. Están además acompañados de un impresionante elenco de secundarios: Claude Rains, Dooley Wilson (ambos en papeles especialmente inolvidables: el ambíguo Renault y el amigo de todos, Sam), Peter Lorre, Conrad Veidt, Paul Henreid, Sidney Greenstreet o John Qualen; todos de reconocido prestigio.

Aunque el guion se realizó sobre la marcha, casi improvisando y cambiado constantemente de manos, ello no perjudica la acción, llena de ritmo, ingenio y chispa, con montones de citas que han entrado de lleno en el imaginario popular y que se usan como frases hechas en el lenguaje diario de varios idiomas y escenas inolvidables como, por citar una, el duelo de himnos entre nazis y resistentes. Una cosa que me parece genial es el indeterminado género de la peli: yo lo llamo: "comedia dramática romántica noir de espionaje de acción bélica". El único problema que tiene la peli son ciertos agujeros en el guion que no se notan si no te los dice un verdadero fan de la peli. Solo una pista: existe un McGuffin bastante claro una vez caes en la cuenta.

Muy sencilla a nivel técnico, destaca la fotografía, que juega mucho con la iluminación y los complejos decorados del café de Rick, montados en diversos estudios, rebosantes de extras y, según se dice, un auténtico rompecabezas que debía lograr que con el cambio de sitio de un objeto o un cambio de ángulo, las estancias cambiaran radicalmente de aspecto. Y, por supuesto, la maravillosa banda sonora de Max Steiner, parecida a la que ya realizara para Lo que el viento se llevó (de hecho,yo prefiero la de Casablanca de lejos), combinando temas musicales populares en la época con música sinfónica: en este caso los standards de los primeros 40 y algún himno sustituyen la música sudista.

Después de ver la peli por primera vez hace bastantes años, dije que quizá estaba un tanto sobrevalorada a pesar de ser excelente. Este segundo visionado ha hecho que me la mire aún con mejores ojos. Me ha entretenido y fascinado más ahora que hace unos 10 años. No he visto film tan citable en mi vida: es una ametralladora de frases míticas, un meme en si misma, para usar teminología friki. El afamado y malogrado crítico Roger Ebert dijo que incluso con sus defectos, bien se podía considerar  la mejor película de todos los tiempos por un motivo: su transversalidad (si queréis saberlo, Ebert consideraba a Casablanca la segunda mejor peli de la historia y su favorita personal). Críticos, público ¨serio¨, público estándar o frikis de la vida (me considero uno de estos): a la inmensa mayoría al menos les gusta la peli. Es una de esas pelis que sabe mover a varios tipos de público y unirlos... ¿O acaso nos han condicionado para que nos guste? Tened en cuenta también este aspecto.

6 comentarios:

  1. Supongo que el hecho que el productor sea el que mete la pasta es razón suficiente como para creer en el proyecto.

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  2. No la he visto nunca, me da perezón. Y eso que la tuvimos durante años el DVD en casa (lo regalaron con algún periódico).

    Para Reyes me cayeron 3 pelis de Vincent Price, a ver si nos ponemos que le tengo ganitas.

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    1. Buen gusto, sí señor. No te hacía tan fan del terror clásico, oyes

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  3. Más que de terror clásico(que me gusta mucho pero tengo lagunazas) soy fan de Price desde pequeño. Recuerdo que vi hace 3 años, El Escalofrío y aunque el "monstruo" es cutre y el argumento cogido con pinzas, la atmosfera y el savour faire de Price lo convierten en maravilla.

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  4. "The Tingler is in this theatre! SCREAM! SCREAM FOR YOUR LIVES!"

    La vi hace como 6 meses. Sin PERCEPTO, claro. William Castle, menudo show.

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