martes, 11 de diciembre de 2012

Cronicas del CEFPIFST. Misión 1: contra el Dr. Nie; Acto 10

[Nota del CEFPIST: El autor nos ha solicitado cambiar el tiempo verbal de la narración. Le es más fácil escribir en pasado. Tras deliberar se le ha decidido dar permiso. Total, incluso Boris Vian hacía cosas como esta]

Barcelona, sede central del CEFPIST, 22:00 h (hora local; 6 horas más que en Jamaica)

"Así pues, ¿todo dispuesto?" Preguntó B a Alexandra
"Sí"
"¿También el fax a Santo Domingo?"
"Sí. 8O ha contestado ya. Está a punto."
"Tras escuchar la traducción conversación que han mantenido Vd. y 7F creo que está sufriendo serios problemas. Van a por él sin reservas."
"Fue una buena decisión enviar a 8O por parte t-t-t-t-t...suya, de buen inicio por si el comandante Moroboshi tenía más problemas de los previstos Sr."
"Cuide ese lenguaje, Fujinami. Recuerde que está en servicio activo en estos momentos"
"Lo intentaré, Sr."

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Sagussa Island, 16:25 h.

La lancha dio un rodeo a la isla de Sagussa. Tras las Pokins había un complejo minero, de donde se extraía hulla y antracita. De eso vivía el Dr. Nie, y parecía que el negocio era boyante a pesar de la discutible calidad del carbón que se extraía en las minas.

Tijani y el Dr. Warren pararon en un pequeño muelle, donde unos empleados vestidos con monos de trabajo los recibieron. Uno de ellos, un tipo grandullón con cierto acento balcánico, se les dirigió:

"Hemos recibido su mensaje, Tijani. Manténgase aquí hasta nueva orden. Dr. Warren, sígame. El Dr. Nie tiene 10 minutos libres para deliberar con Vd."

Warren siguió al gorila sin titubear. Se metieron por una puerta de servicio y bajaron unas angostas escaleras. Al llegar a un pequeño espacio vacío, un gran foco se encendió iluminando toda la estancia haciendo que Warren se llevara las manos a la cara, cegado del todo. A los pocos segundos se le aclaró la vista. Había una sencilla mesa con una caja encima y una silla de plástico. El resto estaba vacío, pintado inmaculadamente de blanco salvo por el brillante suelo de parqué, el foco y un altavoz de última generación. Éste tenía una lucecita roja.

De pronto se puso en verde, y una voz aterciopelada pero firme e imperativa sonó:

"Siéntese, Warren"

Warren tomó asiento, cohibido.

"¿Cuántas veces le tendré que decir que venga aquí TAN SOLO cuando se le llame?"
"Dr. Nie... Discúlpeme... Pero es que ese Moroboshi comienza a sospechar algo"
"Lo dudo"
"Se lo digo en serio. Creo que también sospecha que hay yacimientos de uranio, radio y plutonio en la isla"
"..."
"¿Dr. Nie?"
"Su incompetencia me abruma, Warren. No me puedo creer que haya logrado todo esto y vivir para contarlo. "
"Nuestros dos intentos por acabar con él han fallado, Dr. Nuestros ejecutores, nuestro topo y nuestra fotógrafa me han comentado que es un tipo aparentemente inocentón e inutilmente ligón que se agarra a la vida como una sanguijuela a la ubre de una vaca, y además tiene una suerte loca"
"Lo sé"
"¿Cómo?"
"Mecagüen... ... ... ..."
"¿Dr.?"
"Quiero decir que era de esperar de un agente entrenado por alguien como Ban Shunsaku"
"Si me permite, Dr., pronuncia muy bien el japonés. Yo aún no sé como se llama el Comandante. Amparo, creo"
"Es Ataru, y le ruego que no pronuncie este nombre"

Warren estaba sorprendido. ¿Acaso el Dr. Nie había tenido algún asunto con el agente 7F?

"WARREN, ESCUCHE CUANDO LE HABLO"

A Warren se le borró todo pensamiento.

"Sí, Dr. Nie"
"Antes de venir Vd. he pensado que debería tomar cartas en el asunto personalmente. Vd. es demasiado blando e inexperto, pero le daré una manera de acabar con él. ¿Ve la caja?"
"Sí"
"Ábrala"
"..."
"Y bien"
"Bellísima. No sabía que era aficionado al tema."
"¿Qué?"
"Es una tarántula hecha con piezas de Mecano, con un motorcillo para que funcione"
"Pues... Sí... La verdad es que es eso, pero haga el favor de coger la botella que hay en la caja"
"Un líquido con pinta de ser peligroso. Por el olor diría que es... Desatascatuberías?!"
"En efecto, lo es. Mezclado con curare y matarratas"
"Ya veo por donde va: encaja en el abdómen del mecano. Ahora le pongo esta jeringuilla que me ha dejado y..."
"Exacto. Tiene un detector de movimiento y vista láser. Esta noche lo pone en su habitación de hotel del comandante. Tenemos un topo allí, también. Le dará la llave. Ahora, lárguese y no vuelva hasta que Moroboshi esté tieso"

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Kingston, Courtleigh Hotel, 3:30 h.

Ataru dormía a pierna suelta en su habitación. Estaban siendo días cansados, aunque a parte de la conversación con Warren no había hecho nigún progreso, por lo que había aprovechado para hacer un poco de turismo. Si había enemigos cerca, verían que no tenía miedo.

La puerta se abrió silenciosamente. Una mano dejó sobre la moqueta una especie de juguete. Lo puso en marcha. El aparato, muy silencioso, se desplazó sobre la moqueta. La puerta se cerró.

La alimaña mecánica avanzó lenta pero seguramente hacia la cama de Ataru. Llegó a tocar un trozo de sábana. Tiró atrás y andó hacia las patas de la cama. Subió y subió gracias a unos ganchos casi microscópicos que se adheria a casi todas las superfícies. Hacía calor, y Ataru dormía solo en calzoncillos. Cuendo algo frío le tocó la piel con suavidad, despertó. Algo metálico estaba atravesando sus muslos. Ataru había aprendido a no sobresaltarse gracias a los entrenamientos. Seguía con los músculos en tensión. Empezaba a dolerse. De debajo de las sábanas, avanzando sobre su cuerpo, corría un aparato mecánico con una botella de muy mala pinta. Ataru dejó de mirar. No debía pensar. Solo era necesario agunatar . Sintió un tirón en uno de los talones. Aguantando el dolor, pudo sentir como el aparato llegaba hasta su cuello y bajaba por el pescuezo. Y bajaba y bajaba. Y de pronto no sintió el frío tacto del hierro. Era jugase el todo por el todo, se levantó de pronto y, sacando la Desert Eagle de debajo de la almohada, golpeó repetidamente al aparato con la culata. El botellín se rompió, y Ataru hizo volar el robot hacia la pered de un último golpe. Había quedado un poco machacado, pero aún funcionaba. Sobre su cama, cristakes rotos, un líquido que quemaba al tocarlo la aguja de una jeringuilla le mostraban lo cerca que había estado del fin.
Ataru sintió de pronto náuseas y mareo, y se fue al lavabo, donde vomitó todo lo que había comido y más. Cuando tenía los ojos cerrados para no mirar al autómata, en efecto, vio una luz. Al menos no se orinó. Parecía que el entrenamiento con Hogeoyaji había funcionado en un momento límite. Y la Suerte, claro.

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Kingston, Courtleigh Hotel, 10:45 h.

El teléfono de la habitación sonó.

"¿Diga?"
"¿Sr. Moroboshi?" Ataru reconoció la voz de uno de los recepcionistas del hotel
"Sí"
"Llamada del Honorable Sir Winston Spaulding. Lo pongo con él"

¿Qué querría ese cabrón?

"Hola, jovenzuelo" dijo la voz al otro lado del hilo "¿Se progresa, muchacho?
"Lo que se puede, Sir"
"Seré directo: el Almirante me ha hecho llegar en valija un  paquete para Vd. Me ha pedido que se lo entregue en mano yo mismo. De paso debo decir que me ha enviado una magnífica maqueta de barco. Este tipo realmente añora esos tiempos en Almirantazgo".

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Kingston, Ministerio de Seguridad Nacional y Justicia, 13:21 h.

"Bueno, tengo que ir a la sede del Tribunal Supremo urgentemente, así que tome el paquete y excúseme. Lo dejo aquí con Walpole. Cuídese, Comandante"

Spaulding tenía prisa esa mañana. Menos mal. Ataru tomó el paquete y salió de la sala junto al Teniente. Al pasar ante la Sta. Roppongi, ésta lo llamó:

"Ataru..."
"Dime, Akemi-chan".
"¿Puedo pedirle algo, por favor?"
"Claro. Lo que tú digas."
"Es un poco precipitado, pero... Esta noche no tengo nada que hacer y me gustaría hablar japonés con alguien que no sean mis padres..." Akemi tenía la cabeza gacha,y las mejillas se le habían sonrosado encantadoramente.
"¿Me estás pidiendo una cita?"
"Esto... Sí."
"Esto ni se pregunta, nena. ¿Claro que sí?¿Dónde quieres que te lleve?"
"Oh, me gustaría quedar en mi casa. No soy persona de salir mucho"
"¡De puta madre! ¿Dónde vives?"
"Tome mi tarjeta. Está la dirección de mi domicilio y mi teléfono particular"
"¿Te va bien a las siete de la tarde?"
"Me va excelente"
"Bien. Si sale algo, te llamo"
"Gracias, Ataru, es Vd. un encanto de hombre. Voy a hacer una cena que se va chupar los dedos"

Ataru asintió y volvió hacia Walpole.

En ese preciso momento, dos cerebros pensaban paralelamente: "Está en el bote"

En recepción, Walpole habló al fin:

"Es Vd. todo un Casanova, comandante. Las mata callando, ¡eh!"
"¿Se sorprendería si le dijera que hasta hace unos meses era yo el que se echaba encima de las mujeres y que me llamaban El tío más cachondo del universo?" Dijo Ataru mientras ponía la tarjeta en su agenda. "No conteste... Walpole. Tengo que pedirle algo. Ya le he contado al Comisario del distrito donde estoy alojado que esta madrugada han ido a por mi y me tienen en jaque. Ahora me toca a mover ficha y necesito ayuda"
"Toda la que quiera"
"Bien... ¿Dónde queda el domicilio de la Srta. Roppongi?"
"En el sector montaña de la ciudad, en una urbanización de lujo de esas donde viven los blancos y los traficantes de droga. Tendrá que dar un poco de vuelta, porque están re-asfaltando la carretera, pero llegar allí es fácil"
"Perfecto. Mire Walpole, quisiera que hiciera algo por mí. ¿Verdad que va al Tribunal Supremo, ahora?..."

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En la antesala del despacho de Spaulding, Akemi hablaba por teléfono "El Dr. Nie no se equivocaba, Sr. Warren. Ha aceptado sin rechistar. Es un mujeriego de tres pares de cojones. Esté en mi casa a las nueve ¿de acuerdo?"

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