jueves, 28 de agosto de 2014

De manga viejunos: Dragon Ball

Uno de los objetivos que me marqué para el blog era devolverlo a sus orígenes más orientados a los tebeos, en especial al manga. Hoy he decidido empezar al fin con el Clásico de los Clásicos, la versión manga de lo que han sido a la literatura popular las aventuras de D'Artagnan, del Capitán Nemo, del piloto Biggles o de Harry Potter. Estamos hablando, claro, del manga más internacional: Dragon Ball.

El auténtico logo de Dragon Ball. Rechace imitaciones anime.


El por qué del éxito

Me comentó una vez el experto en cómics Antoni Guiral que pocos autores se encuentran en Japón que tengan la cultura occidental de Akira Toriyama, y que por tanto, es lógico que su obra fuera la que de verdad despertara el fenómeno otaku en medio mundo: se le puede considerar un autor transicional. Tori-sama es un auténtico friki en la vida real: aficionado a las maquetas, los videojuegos y el cine, y de vida muy reservada, creó un estilo casi único sin quererlo ni beberlo: una especie de término medio entre el manga y las puyas a lo Occidental. Sus influencias básicas eran las pelis de Walt Disney, el cine, la cultura asiática (sobretodo la china) y la obra de Jiro Kuwata (8-Man).

Cuando creó Wonder Island, la primera obra donde se reconocen sus influencias, nació con ello un estilo casi íntegramente basado en puyas contraculturales que le dio un gran éxito en Japón. En Dr. Slump las desarrolló (y supuso además su mejor etapa como dibujante) y en Dragon Ball le dio forma definitiva, basándose en la acción de las obras de compañeros como Yudetmago (es muy significativo que en el primer episodio del manga de Dr. Slump aparezca Musculman como taquilero de cine) y mezclándolo con el humor propio de Dr. Slump, algo que se fue perdiendo con el tiempo - por desgracia - y se ha esforzado en recuperar.

Todo ello lo convertía en un autor ideal para introducir a los gaijin en el mundo del manga, con una obra que ya ha enganchado a tres generaciones.

Grandes y pequeños en el gran Kame Hame que logró el Récord Guiness en Barcelona


Historia

Hanuman, digo, Sun Wukong, digo Son Goku, digo Rey Mono, digo...


En un principio, Dragon Ball era una historia paródica que seguía al dedillo el Viaje al oeste de Wu Cheng'en. Son Goku es un muchacho-mono (Sun Wukong) que es encontrado por la bellísima aventurera Bulma (el monje Xuanzang). Ambos empenden un viaje en busca de 7 bolas que pueden conceder deseos. Por el camino encuentran al mago-cerdo Woolong (una mezcla entre los personajes Zhu Bajie y Sha Wujing), y el trío conoce a todo de personajes como el ladrón Yamcha (el personaje más desgraciado que se haya visto en un debeo de acción) y su compañero Puar, el Maestro Mutenroshi o el villano medio salido de las Mil y Una Noches, medio de la saga Bond, Pilaf.

Desde el inicio hasta el primer Torneo de Artes Marciales se sigue al dedillo el argumento de Viaje a Oeste. Al perder Goku el Torneo frente a su maestro disfrazado, se completa la leyenda: Sun Wukong se creía el más fuerte y perdiendo ante Buda en persona y descubría que siempre hay alguien más fuerte que el más fuerte. Allí debía acabar el manga, dicen los que saben, pero el éxito y el hecho de que la versión anime estaba en preparación inspiró a Toriyama. Goku no queda desolado como Sun Wukong y decide seguir su aventura en la saga de la Red Ribbon Army, una espectacular e hilarante parodia de la cultura pop en general mezclada con acción sin apenas respiro. A partir de la saga de Piccolo Sr. la obra se centró en la acción pura, y para muchos cambió para mal a partir de aquí. No estoy de acuerdo: simplemente se convirtió en una obra puramente personal de Toriyama (con permiso de los editores de Shonen Jump). Tras un intento de concluir la serie con la muerte de Goku y su sucesión en las figuras de Son Gohan y Trunks, se vio obligado a seguir y el cansancio hizo mella en él: quería volver al humor de sus inicios, pero la saga Buu se convirtió en una extraña mezcla de humor y tragedia llena de agujeros en el guion. 

Y fianlmente acabó la hitoria de una manera no muy convincente (tuvo que reescribir el final al cabo de unos años): Goku halla a otro sucesor que no es su hijo ni su nieta, para desolación de los fans, sino un niñato random.

Y después vino una cosa que se llamaba GT, pero que no tiene en realidad nada que ver con la serie que nos ocupa.

Reacción del Vegeta orginal al verse convertido en Freddie Mercury.


Dibujo

En los inicios del manga, Toiriyama conservaba el barroquismo con influencias de Disney que lo había caracterizado hasta entonces. La primera viñeta de la serie es una declaración de intenciones:

(Jo con la traducción en inglés). Este estilo de dibujo detallista se mantuvo hasta la primera saga de Piccolo, pero a partir del tercer Torneo, Toriyama se cansó: todas las aventuras empezaron a ocurrir en terrenos desérticos, el dibujo se hizo firme, simplista y anguloso, dejando los detalles solo para las páginas especiales, como pasa en el cómic europeo (solo tenéis que hojear un Mortadelo y comparar la portada con lo de dentro, excepción hecha de El sulfato atómico y Valor... ¡Y al toro!) . En la Saga de Buu se había convertido en una especie de línea clara a la japonesa, muy parecido al dibujo de su alumno aventajado Eichiro Oda, pero con menos atención al detalle. Según mi opinión, a Tori-sama se lo veía desgastado y cansado, y por ello creó este estilo simple y efectivo, pero que denota cierta falta de ganas en mi opinión.


Guion

Uno de los momentazos más grandes del cómic ochentero/noventero
Toriyama es en esencia un escritor de historias breves, y sorprende que realizara algunas de las sagas más épicas del manga. Pero lo hizo. Y muy bien. De hecho, logró dar emoción a una saga tan liosa y con tanto poder ejecutivo metido como la de los androides (se supone que el primer diseño de Célula era el definitivo), y esto es solo un pequeño detalle de los muchos cambios que sufrió esta saga). Así, empezando por delirantes parodias de pelis con mucha acción, pasó a la acción pura y dura sin peajes, y resultó igual de competente y divertido... Pero a partir de la saga de los Androides, los guiones empiezan a tener montones de agujeros, el más infame la escena en que Goku debía MATAR A CÉLULA usando la astucia por encima de la fuerza, pues le revienta la cabeza y con ella su órgano funcional pero éste se regenera como si nada. La saga de Buu parace escrita por Masami Kurumada: no sabe dónde poner el humor y lo concentra en trozos para pasar de nuevo a la seriedad, y de nuevo al cachondeo, desequilibrio que en el anime quedó aún más acentuado.

Los diálogos son ágiles y tienen mucha chispa. Los únicos personajes que lograban incordiarme de verdad eran los Goten y Trunks post-fusión. (Zyan-zia, zya-san-zya... BEJ), pero la especialidad de Tori-sama es contar una historia de manera puramente gráfica, sin los excesos narrativos de un Masamune Shirow.

Toriyama logró casi todo el rato mantener a los lectores interesados, y en una serie tan larga eso tiene un mérito enorme. sus herederos espirituales como Oda o Mashima, y - en menor medida, según he podido ver, por culpa de una versión anime de Naruto más bien poco inspirada, Kishimoto -  y han logrado hacer series larguísimas sin cansar a sus fans gracias a lo que han aprendido. Comparése con contemporáneos suyos como Kurumada o Yudetamago (aunque estos han vuelto con fuerza este último par de años, Kinnikuman Nisei acabó canreando a los fans). En la influencia se lee el genio del artista.

Influencia

Lo dicho antes: Dragon Ball es a Japón lo que Spirou a Europa (Tintín sería Astroboy). La primera obra de muchos autores, y lo que les inspiró a seguir una carrera como dibujantes. Para Eichiro Oda, Toriyama es más grande que Walt Disney (sic). La cuestión es que no solo ha inspirado en Japón: en España hay bastantes dibujantes bajo su influencia, como Albert Monteys, Pablo Ágreda, Ken Shiimura, el tándem Nacho Fernández-Álvaro López. el Estudio Fénix o el más underground Ismael Ferrer han reconocido la influencia de Toriyama en sus obras. Incluso algunos veteranos pre-explosión manga como Ramis y Cera muestran influencias en sus libros de los Xunguis (bueno, es que este par tienen una cultura comiquera casi insuperable, también).

Más que una simple parodia, una cuna de talentos


Opinión personal

Mucho otaku occidental hipster se dedica a dejar Dragon Ball a parir y dice que es "un producto de su tiempo". Lo cierto es que sin Dragon Ball no tendría sus - geniales - noveau manga de Jiro Taniguchi (se viene reseña de este), Boilet y compañía. Es "el que lo petó de verdá en occidente", y, por tanto, por muchos años que pasen, no creo que baje del estátus de clásico al nivel de las mejores sagas de Marvel de Kirby o Romita, de Astérix o de Mafalda, por tomar tres ejemplos muy distintos.









4 comentarios:

  1. Completísima reseña. Es curioso como artistas japoneses se nutren de lo occidental y artistas occidentales se nutren de lo japonés.

    Esta entrada aparece en mi sección semanal [Be My Guest] ;)

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    1. A ambos lados, sobretodo en el japo, les cuesta mucho admitir sus influencias. Solo Yukito Kishiro (Moebius), Toriyama (Disney), Tezuka (los hermanos Fleischer (por encima de todo), Disney, Geo McManus, Chic Young...) e Ishinomori (Jack Kirby) me suenan de haber admitido influencia occidental.

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  2. Gran reseña, Marc. Me quito el metáforico sombrero de mi cabeza :)
    Algún día deberé leer en manga la saga de Boo porque como dices, en el anime quedaba muy lioso. Y admitiré que con mi poco bagaje comiquero de entonces, la saga de los androides (excepto la lucha final contra Celula, que rollo) me pareció lo más con viajes temporales, androides que no eran lo que parecían, el gran C-16...

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    1. Gracias, Cristian.

      Me acuerdo yo de cuando Cels Piñol se preguntaba qua con tanto viaje temporal, dónde estaba Sarah Connor. Ese tío es genial.

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