jueves, 27 de diciembre de 2012

Cronicas del CEFPIFST. Misión 1: contra el Dr. Nie; Acto 11

Ataru se arregló bien para ir a casa de la Srta. Roppongi. Se puso un traje fresco y la mejor de las corbatas que llevaba. Compró una botella carísima del mejor ron que tenían en una tienda de licores, no muy lejos del hotel y se subió al Le Baron. Mientras se dirigía al sector montaña, se entretenía buscando alguna emisora que diera un poco de música relajante. Finalmente encontró una en la onda media que ponía solo jazz e instrumentales. Eso le gustaba más. Sonaba la versión de Percy Faith de relajante música de la película A Summer Place.

El Le Baron empezó a subir por las carreteras del Sector Montaña. Este sector estaba formado por suburbios, generalmente de lujo, situados en la falda de las Blue Mountains, Red Hill y Long Mountain, construídos en su mayoría en los años 50 para acoger a la económicamente boyante clase alta blanca. Estos barrios seguían dominados por blancos y chinos; pocos negros ricos habían a pesar de la independencia, esencialmente traficantes y gente de la clase política y la farándula. La desigualdad social seguía patente en Jamaica tras 25 años como Estado de la Commonwealth.

Siguiendo un mapa, Ataru se dirigió hacia Red Hill. Fue conduciendo y poco antes de salir del casco urbano se encontró delante suyo, con un Talbot Samba Cabrio que avanzaba a paso de babosa coja. Ataru iba un poco tarde, así que hizo sonar ligeramente el claxon. Una mano salió del Talbot y le indicó que lo adelantara. La carretera era relativamente ancha y no venía ningún coche en contradirección, así que avanzó saludando educadamente al conductor, un tipo que le contestó el saludo. Fue justo entonces cuando vio por el retrovisor que el Talbot no llevaba matrícula. La canción de A Summer Place había pasado a una versión discotequera de la pieza, como si fuera una premonición. El retrovisor reventó en pedazos: el copiloto le había disparado con lo que parecía una Luger, pero había errado el tiro. Así y todo le pareció ver que el tipo que en el asiento de detrás dando instrucciones llevaba un parche en un ojo.

Ataru aceleró y las ruedas chirriaron cuando tomó una curva derrapando. Pudo llegar a oir como detrás suyo rugía otro motor, pero enseguida reaccionó al ver que iba en contradirección y un vehículo se le aceraba de frente. Un volantazo, y Ataru lo esquivó por los pelos. El Talbot se acercaba. Puso la capota  para no ser un objetivo tan fácil. Ahora solo se podía guiar por el retrovisor
interior.

Los dos coches subían por una carretera empinada. Desde el Talbot no paraban de disparar. Eran listos: llevaban silenciador, por lo que se tenía que guiar por los impactos, Ataru se la jugó y condujo en zig-zag. Tenía la esperanza de que llegaran pronto a la parte en obras de la carretera, ya que entonces la carretera se bifurcaba por senderos unidireccionales En la radio habían cambiado de canción. Sonaba Love Knows, de Ernest Ranglin, o eso le pareció entender a Ataru, a quien le importaba un comino lo que tocaban [Aunque para un espectador neutral, quedaba bastante bien para una persecución peliculera (N del A)].

Uno de los ocupantes del Talbot sacó cierta falsa muleta y disparó contra una roca que se encontraba en precario equilibrio. Ataru tuvo suerte de que entonces apareciera la bifurcación y acelerara. La roca se fue al suelo y el Talbot tuvo que hacer una maniobra brusca para evitar chocar contra ésta. El petardo había estado a punto de estallar en las narices de los mercenarios de Nie. Éstos se cagaban en todo. Ataru, arrojado y con los ojos llorosos acertó a decir para si mismo "Namu abida butsu" cuando alcanzó los 160 y se lanzó en línea recta hacia la barrera de las obras. El terreno cambió de asfalto a arena y gravilla, bastante resbaladizas. La barrera destrozó el parabrisas de Ataru. El Talbot pasó por encima, y una rueda les quedó un poco salida. Los asesinos solo notaron un bache. Ataru rompió parte del cristal usando la culata del revólver del chófer suicida, que había dejado en la guantera, descargado. Aún así, de un solo golpe solo podía hacer un precario agujero.  Por allí apenas pudo ver una curva cerrada por la que casi se despeñó, pero un volantazo a tiempo lo sacó del peligro.

La persecución seguía por ese peligroso terreno, delimitado por un precario quitamiedos que lo separaba de una cuesta abajo llena de rocas. Afortunadamente no parecía haber nadie en las proximidades, por lo que siguieron adelante. Una bala rozó el brazo izquierdo de Ataru, haciéndole un corte, y fue a dar en la guantera. Sin duda iban afinando. Si no se le ocurría nada solo podría caer huyendo o hacerles frente. De pronto, la vio. Vio a la Muerte cara a cara. A unos 50 metros estaban los obreros asfaltando la carretera, de cara a ellos. Un camión lanzaba el asfalto mientras una apisonadora lo seguía a distancia Ataru frenó de pronto y solo el cinturón le salvó de algo más que un golpetazo en la frente. El conductor del Talbot, a quien el Le Baron le tapaba el ángulo de visión, confundido por la maniobra, frenó a su vez, pero el frenazo hizo que la rueda se saliera del todo y perdió el control del auto. La inercia hizo su trabajo y el coche se fue a un lado aún con mucha velocidad, el quitamiedos no sirvió para nada debido a lo resbaladizo del terreno y el Talbot se fue para abajo dando vueltas de campana y estrellándose con las rocas. Cuando llegó al fondo de la cuesta, no quedaba sino un amasijo metálico, y humeante. La muerte de los Garrett estaba vengada. Los había derrotado, por suerte, y, además, sin armas.

Los obreros se acercaron a Ataru cuya frente sangraba, igual que el corte en su brazo izquierdo. A parte del parabrisas y del retrovisor rotos, el coche había salido bien parado. Mientras lo atendían, un joven se le acercó y le preguntó:

- ¡Yo, mon! Eres un tipo suertudo, eh ¿Quiénes eran esos desdichados que se han despeñado? 
-  Unos a los que ha mirado un tuerto - Respondió Ataru, sin  inmutarse. Y se quedó tan ancho.

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123, Lipscombe Avenue, 18:16 h

Akemi se estaba duchando. El agua tibia bajaba por su cuerpo desnudo como auténticas cataratas de placer. De pronto, cambió a la fría. Al entrar ésta en su cuerpo, sus pechos se excitaron y sintió el vibrar de sus pezones endureciéndose. Se mordió ligeramente uno de ellos, dejándose llevar por las placenteras sensaciones cuando de pronto llamaron al timbre.

Akemi paró de darse gusto a si misma y salió rápidamente de la ducha. Miró hacia el radio-reloj que tenía en el tocador de baño. Eran las seis y veinte. Sin duda, habían cazado al pichón y ya lo tenían bien disecado.

- Un momento, por favor, enseguida voy.

Se lió una toalla a la cabeza y otra al cuerpo y se dirigió a la puerta "con lo puesto". Cuando abrió la puerta, segura de ver a los tres marineros, se encontró con el pichón.

- Hola, Akemi-chan, perdona por ser tan brusco y llegar tan temprano, pero he tenido un pequeño accidente y me han remolcado hasta aquí unos amables señores que estaban asfaltando la carretera de aquí cerca. Mira qué ronsito más bueno he traído.

Akemi estaba alucinada y no sabía como reaccionar. Era Moroboshi, en efecto, con la frente vendada, pero impecablemente vestido (era una suerte que Ataru llevara siempre un traje de recambio) [Nota del CEFPIFST: Semos unos finolis del quince y preparamos a nuestros agentes para ello]. Llevaba una maleta en la mano y la miraba con una sonrisa bobalicona. Al fondo podía ver un Chrysler Le Baron descapotable sin parabrisas y con un retrovisor roto. Habían fracasado. Solo quedaba Warren.

- Hola, Ataru-san, buenas tardes.
- Pareces sorprendida de verme.
- No es para menos, pues me estaba duchando.
- Oh, es que cuando se trata de mujeres guapas me da igual lo que hagan. Yo voy por ellas directo. No en vano me llaman "El tipo más cachondo del universo". - Ataru hacía esfuerzos titánicos por no mirar hacia el canalillo de la hermosa secretaria. Akemi lo notó, e intentó seducirle soltando un poco la toalla. Ataru se mantuvo firme.

- Bien, pues pase, no puedo dejar a mi invitado en la puerta.

Akemi no pudo ver que a Ataru le salieron dos lagrimones del mismo esfuerzo. [Nota del CEFPIFST: Esto es lo que contó 7F a la Srta. Fujinami, pero otras fuentes, bastante fiables - de las que hablaremos más adelante -, aseguran que se tiró un cuesco de esos suaves que se sintió a tres manzanas vista].

Akemi hizo pasar a Ataru a un bonito salón, decorado con una mezcla de estilos entre oriental y occidental. ¡Cómo se veía que las secretarias de los ministros iban bien pagadas! Decidió chafardear un poco. Apartando un panel japonés vio una cocina excelentemente equipada. No había nada de interés allí. Al otro lado, una puerta de nogal deba acceso a un espacioso dormitorio con un pequeño jardín y con una enorme cama con pinta de ser confortable...

- Ataru-san...

Ataru se giró para ver a Akemi vestida con un babydoll transparente de color fucsia. Daba gusto verla así.

-  ... Quiere que le sirva un refresco...? - Akemi casi ronroneaba
- Claro. ¿Qué puedes sacar de este ron que he traído?
- Algo muy rico y que le excitará los sentidos...

Al cabo de unos momentos, Ataru y Akemi disfrutaban de un ron con guaraná y coco. Estaba riquísimo.

- A tu salud, Akemi-chan...
- A la suya, Ataru-san.

Akemi miró fugazmente hacia un reloj. Ya eran las 19:00. Ataru lo notó.

- ¿Te preocupa algo, prenda?
- Eh... Es que no veo la hora de que pueda sentirte dentro de mí, cariño.

Akemi se acercó a Ataru y lo abrazó. Ambos acercaron sus labios lentamente, pero de pronto, Ataru sintió el impacto de algo punzante. No era un objeto. Era algo que le había penetrado muy adentro. Sobre la cara de Akemi apareció fugazmente la de una chica aún más hermosa, con pelo verde y unos pequeños cuernos en la cabeza. Ataru paró en seco.

- Akemi-chan...
- ¿Qué, mi semental? - Dijo mientras le acariciaba la entrepierna al joven agente, que hacía como si nada.
- Nunca hago el amor con el estómago vacío.

El momento se rompió.

- Estooo... - dijo Akemi, descolocada - Sí. Es verdad, ya va siendo hora de la cena. Voy a hacer unos huevos al estilo vienés.
- De eso nada, mi señorita. No seamos tan refinados. Tienes cara de que te guste la pizza.

Ataru había dado en el clavo

- Claro que sí, Ataru-san, pero es malo para la línea y...
- ¡Narices! Valen más unas buenas lorzas que una línea recta. Conozco una pizzería aquí en Kingston que las hacen genial. Me la ha recomendado Weasel Mack. ¿Lo conoces?
- Claro que sí, voy a comer ahí al menos una vez a la semana, si lo dice Mack, tiene que ser buena.
- Pues no se hable más. Llamo ahora mismo.

A Akemi le iba bien esto. Los pizzeros tardarían lo suyo, y eso le daría más tiempo para crear una distracción, de manera que Warren tendría chupado el cargarse a Moroboshi. Así pues era cierto que ante una mujer sexy perdía el oremus...

- ¿Biagini's? Sí. un pedido de dos medianas. Traiga una de frutti di mare y una de pepperoni con doble de queso para una chica que está como un ídem. ¿Serán 15 dólares? Bien. Mándelas a 123, Lipscombe Avenue. Dígale al repartidor que le daré 5 más de propina si llega rapidito. Gracias a usted. Adiós.

Se giró a  Akemi

- Tardarán como una hora y cuarto, más o menos.
- ¿Cómo sabes que me gusta el pepperoni?
- A las pelirrojas os va el riesgo. Conocí a una que era tremenda.

Ataru y Akemi pasaron el rato hablando de Japón, de qué pueblo eran los padres de ella, del instituto de chiflados de Tomobiki y de lo que te rondaré morena. Parecía mentira que aún no se hubieran dado un revolcón, pero Akemi era muy educada y deseaba cumplir lo dicho por Ataru, que le había facilitado el trabajo de acabar con él de la manera más idiota.

En un momento dado, Ataru fue al baño. Desde ahí oyó el sonido de un coche que se acercaba. Se puso en guardia. Cerró con pestillo y esperó. Llamaron a la puerta. Akemi se dirigió hacia ésta, diciendo.

- Mira, Ataru, han llegado las pi.. Las pi... ¡¿LOS PICOLETOS?!

Ataru empezó a partirse la caja en silencio. Su plan había funcionado. Desde el baño podía oír como una voz familiar leía los derechos a Akemi Roppongi, bajo la cual pesaba una acusación de espionaje y conspiración.

- ¡No tienen derecho a entrar en mi casa!¡Conozco mis derechos!¡Soy la secretaria de su superior; lo va a pagar caro!¡Quiero que me muestren una orden de registro! Y, aunque la tuvieran, no encontrarían nada.

Ataru tiró de la cadena y salió del baño secándose las manos.

- ¿Os da problemas el topuelo, chicos?
- Sí, comandante Moroboshi: no tenemos ninguna orden de registro y...

Ataru se puso la mano en el bolsillo y se sacó un papel de los de la Administración, timbreado y con sus marcas de agua.

- Aquí está la orden. - dijo mientras se la entregaba al agente, uno de los dos que lo habían acompañado en su investigación preliminar junto a Walpole.- Es cierto. No hay nada. aún así, ¿han descubierto algo?
- Sí. Como nos ordenó el Juez Morris se pinchó el teléfono del recibidor del despacho ministerial. A primera hora de la tarde habló con unos individuos y habló específicamente de eliminarle de camino hacia aquí, porque no se fiaba de las bondades de Calvin Warren como ejecutor.
- Bingo. Y...?
- Unos obreros de la construcción nos han avisado de que tres hombres han sido hallados hechos papilla en el fondo de un barranco. Traían con ellos una Luger del mismo modelo de la que mató a los Garrett y un rifle bastante potente camuflado en una muleta. Son pruebas circunstanciales, pero creo que de algo servirán.

Ataru, dirigiéndose a Akemi, le dijo:

- Es una pena lo de tus amigos y lo del polvete que no ha sido. Si hoy me hubiera comido el bocata para almorzar, te habría mostrado cómo lo hacemos en Tomobiki. No nos llaman "los Ai No Corrida" por nada. Sayonara, nena.

Akemi escupió en la cara de Ataru, lo que no hizo más que aumentar su sensación de victoria.

- Y parecía fina, la condená.

Mientras se limpiaba el lapo con la toalla saludó a Walpole, que le hacía señales de lejos, delante de un coche celular.

- ¡Cuídela, Walpole, que es más refinada que la Bernarda, que se bajaba las bragas a pedos!

Al cabo de unos momentos vio al coche alejarse hacia el centro de Kingston, y Ataru se rió de si mismo autoproclamándose como bestia sexual cuando aún era virgen. Aunque si no hubiera sido por ese pinchazo que sintió... ¿Acaso era su conciencia?

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123, Lipcombe Avenue, 20:08 h.

Tras todo el trajín, Ataru se preparó para lo que iba a venir. Había hecho jaque a la reina, pero ahora era hora de poner las fichas en jaque mate. Conque Warren, eh!

Ataru corrió hacia la habitación de Akemi, agarrando antes la maleta. En ella llevaba su fiel Desert Eagle con un silenciador, una pistolera para llevar bajo el sobaco y una mirilla láser. Ataru cogió el silenciador y se lo puso a su pistola. No necesitaría la mirilla ni la pistolera. También decidió coger el cuchillo reglamentario. Se quitó el traje y la corbata, quedándose en mangas de camisa. No se trajo su chaleco de kevlar. No pensaba que fuera necesario y abultaba demasiado en su pequeña maleta.

Se acercó a la cama de Akemi, la deshizo como o si hubiera habido allí un revolcón y agarró todo cojín o almohada que corriera por la casa. No había tiempo que perder.

Tras coger un aperitivo y llevarse consigo una Game & Watch, se sentó cerca de la puerta de la habitación de Akemi, puso la pistola sobre su regazo y el cuchillo agarrado al cinturón y se puso a jugar con la maquinita.

Pasó como una hora cuando so volvió a oír a lo lejos el sonido de un vehículo de motor. Ataru dejó de jugar. No se oía nada. Se le ocurrió apagar la luz. Entonces se oyó como se abría la puerta de la calle. Después, nada durante unos 15 eternos segundos, cuando la puerta de la habitación se abrió y una apareció mano empuñando un enorme revólver Ruger Single Six con un silenciador incorporado. Ataru echó mano de la Desert Eagle para acabar ya, pero para su sorpresa, la mano disparó directamente contra el montón de bultos que había en la cama. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis. Era el momento. De un brinco, Ataru se incorporó y rajó la mano con su cuchillo. Un grito desgarrador se oyó mientras la Ruger caía al suelo. Agarrando la mano, Ataru tiró de ella y tumbó a su adversario con una llave, tras lo cual ejecutó un Juji Gatame hasta que el antebrazo del frustrado asesino empezó a crujir.

- ¡BASTA!¡DÉJEME!¡AAAAAAGH!

Ataru lanzó a su asaltante hacia el lado contrario donde estaba la Ruger, se incorporó, agarró la Desert Eagle y encendió la luz. Era el Dr. Calvin Warren, que se retorcía de dolor.

- Un empollón con una pistola. No es una buena combinación, Dr. Warren.
- ¡Maldita sea su estampa, pasma de mierda!
- Jo, qué malhablado es en privado, ¡eh! Con lo claro y cristalino que es cuando se le interroga educadamente. Ahora, hable si no quiere que le añada un ombligo nuevo sin anestesia. Trabaja para el tal Dr. Nie, el propietario de Sagussa Island. ¿Verdad? Y es el chivato que delató al pobre Dr. Garrett, por supuesto...
- No hablaré ni que me mate.
- Eso tiene fácil solución - Dijo Ataru, apuntando.
- No! NO! Espere. Deje que me levante, por favor.
- Ese bulto bajo su calcetín... - Ataru disparó a la izquerda de Warren.
- ¡Está bien!¡Está bien!¡Me rindo! - Un Warren absolutamente rendido se sacó un diminuto NAA22S, lo dejó en el suelo y lo tiró hacia Ataru, que le puso el pie encima.
- Sí, trabajo para Nie. Lo que gano en el MICO no es suficiente como para permitirme el tren de vida que llevan los del Club. Un día Nie se puso en contacto conmigo. Uno de sus asesores le había contado que yo había descubierto material radiactivo en la isla. Así pues, me contrató... - Warren se arrastraba lentamente, cual gusano - ... Y me ofreció un sueldo millonario. Al cabo de un tiempo, ese cotilla de Garrett descubrió los yacimentos y pensó que Nie quizá no era trigo limpio. Afortunadamente para nosotros se dirigió a mí de entre todos los geólogos de Jamaica - Warren sonrió con socarronería. Seguía arrastrándose. Ataru no le quitaba la vista de encima - Craso error. Fue su fin. Los servicios de inteligencia privados de Nie solo tuvieron que hacer algunas preguntas a polis corruptos para descubrir su doble vida. Una vida que pronto valdrá tanto como la suya.

Warren agarró de pronto el Single Six y se incorporó:

- Es una pena que no sepa que soy ambidiestro, Comandante Moroboshi.

Y disparó contra Ataru.

*clic*

Ataru sonrió:

- Pistola prestada, ¿eh? Es una Single Six, Cal ¿No te dice nada el nombre? Seis tiros, y los has gastado todos en agujerear la cama de la pobre Srta. Roppongi. En fin, alguien tan desconsiderado no merece vivir...

Warren soltó el arma se echó de rodillas al suelo y empezó a rogar por su vida. Ataru simplemente apuntó bien con su Desert Eagle.

La bala fue justo al punto elegido. El pedacito de moqueta entre los pies con zapatillas deportivas silenciosas (que no le quedaban nada bien) tenía ahora un hoyo humeante. Se empezó a mojar y un fuerte olor a orina invadió la habitación.

- ... Pero tampoco merece morir. Eres un trozo de mierda avaricioso y descerebrado que va de intelectual. Solo sirves para lo que has hecho ahí en el suelo.

Ataru lo agarró del pelo. Se había desmayado del susto. A7F lo ató de pies y manos con alambre que había encontrado y lo amordazó poniéndole una fina servilleta de seda en la boca, hecha una bola. Acto seguido lo arrastró hacia su maltrecho coche y se fue, dejando allí el vehículo de Warren, para que se lo quedara el primero que pasara por allí y dejó abierta la casa la casa para que fuera pasto de squatters (okupas en argot actual).

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TRIVIA

Tema de A Summer Place: Instrumental compuesto por el afamado compositor de cine Max Steiner para la película del mismo nombre, conocida en España como En una isla tranquila, al sur (1959). El tema superó en mucho la fama de la película con las varias versiones que hicieron músicos como Percy Faith, Henry Mancini, Ray Conniff o Andy Williams (en una versión vocal). Ataru se escucha dos versiones, ambas de Percy Faith: una de 1960 y otra con arreglos disco de 1976 (que sirve como preludio e inicio de la persecución). Entre el frikerío, la de 1960 es famosa porque Monty Python la utilizó en sus "intermissions", hasta que en 1975 usó otra música - no menos mítica - para "Los caballeros de la mesa cuadrada".



Talbot Samba Cabrio: Pequeño modelo de la compañía anglo-francesa Talbot, fue en su tiempo el coche más rentable del mercado. El modelo que conducen los tres asesinos es la versión de gama alta, descapotable. Irónicamente para ellos, el Samba era un gran coche de rally.



Love Knows, de Ernest Ranglin: El guitarrista jamaicano Ernest Ranglin era (y es) un popular músico que tocó en la banda sonora de Agente 007 contra el Dr. No, lo que he hizo ganar bastante reputación internacional como músico de sesión y, ya en los 70, como músico de jazz-funk con toques caribeños, en la estela de Santana, Malo, Jimmy Cliff o Third World. Ha cultivado con igual maestría el pop, el calypso, el ska, el reaggae, el funk y el smooth jazz. Esta canción pertenece a su periodo ochentero. 



Blue Mountains, Red Hill y Long Mountain: Grupo montañoso que rodea la ciudad de Kingston. Las Blue Mountains son famosas por su producción de café.


Lipcombe Avenue: Avenida real en las afueras de Kingston, en la parte montañosa.


Ruger Single Six: (No confundir con Luger) Revólver de cañón largo creado en 1953 y que aún se fabrica (por desgracia), admite balas de alto calibraje



NAA22S: Modelo de revólver de bolsillo fabricado por la marca de Provo (Utah) North American Arms. Calibre 22. No sé cuando se creó, pero me sirve para la historia, así que si cometo una paradoja temporal, mil perdones.




Aquí la historia llega a su ecuador. A partir de ahora, cambio de ambiente, y además aparecerá algún que otro personaje con protagonismo en esta historia y en futuras iteraciones de esta saga.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Libros, libritos, libracos y cine: El perro de los Baskerville

Esta vez he decidido hacer un ligero cambio en esta sección: voy a combinar crítica literaria y cinematográfica reseñando un famosísimo libro y tres de sus versiones para la pantalla, cada una hecha por un miembro de la Satnísmima Trinidad de los Sherlock Holmes: Basil Rathborne, Peter Cushing y Jeremy Brett.

EL LIBRO:



En 1901, el polifacético Arthur Conan Doyle (escritor, periodista, médico y futbolista,  portero, concretamente)  intentaba  desviar la atención de los lectores hacia su autoproclamada obra maestra: La compañía blanca (1891, re-editado recientemente por la Ed. Valdemar), una de varias novelas históricas realizadas en homenaje a su ídolo Walter Scott, promocionándola sin parar. Pero éstos no le perdonaban que hubiera matado a Sherlock Holmes en El problema final y llevaban casi una década diciéndole el nombre del perro. Quizá por ello (¡La he colado! La he colado!) decidió tirarles carnaza sin dejar de hacer algo distinto, y junto a Bertram Fletcher Robinson (una leyenda urbana dice que él escribió de hecho la novela como negro, y que Conan Doyle lo mandó asesinar en 1907 cuando empezó a reclamar sus derechos), periodista y estrella del rugby, concibió una historia gótica al estilo de las de Bram Stoker... Solo que protagonizada por Sherlock Holmes y el Dr. Watson.

Situada cronológicamente bastante antes de El problema final, al contrario que un cuento, esta vez Doyle y Robinson concibieron una novela que se publicó en entregas. El éxito fue enorme, y en lugar de aplacar el clamor popular pro-holmesiano (entre cuyos líderes se encontraba la propia madre de Doyle), lo aumentó hasta el punto de que un año y medio después, Holmes resultó haber sobrevivido al final del problema y en 1903 volvió a la acción para no parar hasta 1927 - aunque a nivel cronológico, su última aventura es otra novela distinta: Su último saludo en el escenario (1914), que trata de espionaje más que de misterio, y al final de la cual SPOILER unos amargados Holmes y Watson se retiran a vivir a una granja viendo que su trabajo no servirá para evitar el estallido de la I G.M., lo que, ovbiamente, hace que Holmes desaparezca de la vida pública, pero no quede en paz consigo mismo).

El argumento es de sobras conocido: El multimillonario y filántropo Sir Charles Baskerville, querido por todos por sus obras de caridad, ha muerto de un ataque cardíaco. Lo que nadie salvo su amigo el Dr. Mortimer sabe es que su muerte se debió a un aparente fenómeno  paranormal. Un monstruoso perro fantasma salido del horrible pasado de la familia podría haberlo matado de puro terror... Holmes deberá proteger al heredero Baskerville, Sir Henry, de esta extraña amenaza. Pero por algún motivo Holmes envía a Watson - verdadero protagonista de la novela - a los páramos donde habitan los Baskerville como avanzadilla, mientras él se queda en Londres.¿Se habrá rajado el gran detective ante tal expediente X? Encima, resulta que hay un psicópata suelto por esa zona y ese lugar está más lleno de frikis que Ibiza el día en que se quemó el campo de maría de S'Oncle Helmut es Pilós.

Respecto a Conan Doyle, personalmente soy más fan de su obra de ci-fi. Las aventuras del profesor Challenger, escritas en una etapa de su vida en que empezó a abrazar ideas místicas, son un vicio. Sin embargo, es innegable que algunas aventuras de Sherlock Holmes son interesantísimas pese a que las encuentro irregulares (hay tantas...). Especialmente destacables en mi opinión son Un escándalo en Bohemia y La casa vacía (la aventura de regreso de Holmes, con bastante humor y una escena de artes marciales, que siempre mola).

Sin embargo, esta es quizá la más conocida de todas, y es por el logrado ambiente de terror que crearon Doyle y Robinson, respetando en todo momento el espíritu de las aventuras del detective al mismo tiempo. Aunque esté anticuada, se lee mucho más rápido que la mayoría de relatos del cánon holmesianio, cosa que la convierte en la obra ideal para iniciarse en las aventuras del detective (recomiendo encarecidamente al lector actual que para iniciarse en Conan Doyle empiece por la saga de Challenger, más adecuada en todos los aspectos: modernidad, aventuras, acción rápida y un protagonista muy carismático al igual que Holmes). Aunque uno se sepa el argumento de memoria, vale la pena ver la habilidad del autor por mantenernos con la nariz pegada al papel. En mi opinión, al margen de la ambientación gótica, terrorífica y más oscura que el cerebro del Sr. Díaz Ferrán el secreto del éxito es que la novela está protagonizada por Watson, al que más de un director de cine y televisión ha sacado como bufón cómico cuando siempre ha sido un tipo serio, realista - si bien bastante facha - lleno de recursos y además un formidable luchador (experto en defensa personal).  Así pues, no tenemos al carismático pero a veces demasiado eficiente Gary Stu de Holmes asomando su enorme napia por todos lados, sino un protagonista próximo al lector, que comparte con él sus miedos y dudas, y que demuestra una notable habilidad como investigador por su cuenta.

No dudo en recomendarla, sobretodo si jamás habéis leído un Holmes genuino (nada de apócrifos). Si os ponéis a leer una de las historias cortas más de polis y serenos, igual os aburriréis. Que la mítica serie de Miyazaki es una versión hiperacelerada del mito (¡Queremos que Miyazaki vuelva a las pelis de acción y aventura como Porco Rosso o sus adaptaciones del mundo de Terramar y se deje de experimentos místicos (aunque excelentes en su inmensa mayoría, cabe decir)!).

TRIVIA: He leído la novela imaginando que los personajes son los creados por Miyazaki. Cánidos contra cánidos y el torpe y divertido Lestrade de la serie en plan serio. Ha sido divertido.

Esta novela ha sido adaptada decenas de veces al cine y a la televisión, pero hay tres versiones (en realidad cuatro, pero no he sido capaz de localizar la más antigua) que constituyen las más importantes, pues están protagonizadas por los tres actores que históricamente más se han identificado con el detective inglés.

VERSIÓN DE 1939 [Estas críticas también las he puesto en Abandomoviez]


 He aquí el debut como Sherlock Holmes del ya muy establecido como estrella Basil Rathborne. A pesar de que no recibe el crédito principal (que corresponde a la pareja romántica), es el protagonista indiscutible de la película, haciendo una brillante actuación - especialmente cuando se pone disfraces, mostrando su poco conocida pero considerable vertiente cómica. Contrástese su entusiasmo aquí con el progresivo cansancio que mostrará lo largo de la serie - junto a ese epic fail de Watson llamado Nigel Bruce, responsable directo de que mucha gente tome a Watson por el típico ayudante idiota. En esa época parece que gustaba mucho (Rathborne decía que le encantaba… Claro que Rathborne y Bruce ya eran amigos íntimos en la vida real mucho antes de empezar esta saga), pero desde luego el Sr. Bruce era un incordio, y va en sentido contrario al espíritu del personaje original, una especie de plasmación ficticia del mismo Arthur Conan Doyle, también médico y novelista. Sin embargo, debe apuntarse que aquí ofrece su actuación más digna y convincente, cosa afortunada, ya que pasa un buen tiempo solo y se supone que debe protagonizar un buen trecho sin Rathborne. Rompo la lanza: aquí Bruce al menos no llega a caer en ridículo como en pelis posteriores.

El guion y las interpretaciones son, en principio, fieles a la novela, con intérpretes secundarios de primera: Richard Greene (un Robin Hood inolvidable en la televisión británica) interpreta a un Sir Henry Baskerville de aspecto demasiado joven y pulcro, pero tan decidido como el de la novela; Wendy Barrie – que se convertiría en una gran experta en interpretar cine de misterio, policíaco y negro - es una elegante Beryl Stapelton. Greene y Barrie son muy competentes y logran que sus escenas románticas no sean un estorbo, gracias en gran parte a los buenos diálogos. Lionel Atwill es un Dr. Mortimer aficionado al ocultismo que tiene la misión de proteger al bueno de Sir Henry; la dulce anciana sevillana Beryl Mercer hace una típica actuación de médium, ni más ni menos. Morton Lowry es un Stapelton elegante y distinguido, John Carradine está a la altura como típico mayordomo sospechoso, aunque resulta demasiado joven (en la novela está cerca de la jubilación), y Eily Malyon está my bien como su sufrida esposa. El perro, llamado Blitzen (o ¨Chief¨ según la fuente que se consulte. Más sobre el tema en ¨curiosidades¨), es temible sin necesitar de caracterizaciones y hace verdaderas virguerías. Gran animal- actor.

Se nota que esta peli se hizo con mayor presupuesto y mimo que las otras de la serie Rathborne/Bruce, quizá con la intención de competir con el Monster Mash de la Universal (no en vano hay montones de intérpretes que aparecieron en el ciclo de terror de la productora de los Laemmle). El ambiente del páramo, combinando decorados con maquetas, está muy conseguido.

Con tan buena realización y cásting (salvo en el caso de Nigel Bruce, pero como he comentado eso se demostraría en el futuro, no en esta peli) y además con la brillante idea de suponer que el público ya conocía la novela, por lo que incorporaron alguna pequeña sorpresa, este producto constituye no solo la mejor película de la serie de Rathborne y Bruce, sino una de las mejores películas de Sherlock Holmes jamás realizadas.

VERSIÓN DE 1959


Ya habían sacado a Frankenstein (dos veces), a Drácula, y a Kharis de sus polvorientas tumbas. Ahora, bajo los auspicios de la Hammer, el trío formado por el director Terence Fisher, los actores Peter Cushing y Christopher Lee (el habitual Jimmy Sangster es sustituido por Peter Bryan en el guion) iban a mostrar su propia versión de Sherlock Holmes – en su primera adaptación en color - en su caso más macabro y gótico: “El Perro de los Baskerville”.

La originalidad de esta versión reside en que Fisher y Bryan potencian el elemento terrorífico por encima del detectivesco, cosa acorde con el material original. Pero ellos le añaden más sustos uy se toman algunas oportunas libertades que hacen de este filme una experiencia distinta a las anteriores versiones: el cambio principal está en Sir Henry Baskerville. Christopher Lee, en uno de sus primeros papeles importantes como personaje no malvado, ofrece su mejor actuación hasta la fecha tras la de Drácula. Es un Henry galante, distinguido y gallardo, sí, pero a mi juicio no ha habido un Sir Henry más próximo al espectador que éste: bajo su elegancia y distinción es un hombre normal como usté y yo, que teme por su vida, y con razón, pues van a por él de buenas a primeras. Ello no hace más que añadir tensión y miedo al argumento.

Peter Cushing debutaba como Holmes, y lo hizo tan bien que se convertiría a largo plazo en el sucesor de Rathborne para una nueva generación de espectadores, tanto en la pantalla grande como—sobretodo- en la pequeña. En contraste con su amigo Lee - del que hay que reconocer que fue también un buen Holmes cuando le tocó hacer el papel, aunque todos le recordemos más como Mycroft Holmes a las órdenes de Willy “Dios” Wilder -, Cushing es un Sherlock Holmes tan seguro de si mismo (creo que este tiene incluso más ego) y más reactivo. cínico y “hombre de acción” que el de Rathborne

Respecto al resto del reparto, el importante actor de carácter Andre Morell es un gran Watson:, serio, inteligentísimo y formal, que además se las arregla para caer bien; David Oxley es un Sir Hugo degenerado e hijo de mil madres; Francis de Wolff es un Dr Mortimer muy gruñón y extremadamente antipático pero físicamente hecho a la medida para el papel; el prestigioso John Le Mesurier interpreta a un mayordomo al estilo Karloff (y que ahora sí se llama Barrymore y tiene la edad que se le supone en la novela); el veterano Miles Malleson interpreta a un simpático, cachondo y borrachín cura (un obispo, para ser exactos) con más jeta que espalda que da el contrapunto cómico a la acción, como es típico en la Hammer; el neozelandés Ewen Solon es un Stapelton muy huraño. La bellísima modelo italiana Marla Landi, que hizo carrera en Inglaterra, es su adorable y misteriosa esposa española.

La adaptación se toma tantas libertades que realmente parece otro relato que simplemente sigue las premisas básicas de la novela de Conan Doyle (hay incluso sugerencias de ritos satánicos), lo que no tiene por qué ser, malo si se hace bien. Y se hace bien. Como se ha dicho antes, potencia la parte macabra del asunto, logrando una ambientación ominosa y opresiva, en parte gracias que los sets son bastante perqueños (los Estudios Bray no daban para más) y a un sabio uso del color. Los exteriores usados para las escenas diurnas en el parámo son francamente bonitos.

Sin duda, una peli que ocupa merecidamente su puesto entre las más grandes e inolvidables películas de la Hammer.

VERSIÓN DE 1988


Adaptación televisiva del relato con el ya mítico Jeremy Brett – para muchos el mejor Holmes que ha habido, por su presencia, apostura, maneras e impresionante voz – en el papel del detective de 221 B de Baker Street, siempre junto al destacado actor de reparto Edward Hardwicke como un gran Watson.

Granada TV se caracterizó por su mimo a la hora de adaptar los relatos de Holmes en una serie de telefilmes, y este no es una excepción: es extremadamente fiel a la novela, llegando incluso basarse en las ilustraciones de la primera edición de la novela para montar algunas escenas; su plasmación casi intacta en 625 líneas PAL, sin dejarse un solo detalle (lo que tiene el problema de limitar el elemento sorpresa para el que haya leído la novela, pero es de todos modos un esfuerzo admirable).

Todos los escenarios han sido elegidos con ciudado y el cásting es excelente. La mayoría de intérpretes no son conocidos pero aparecen en pequeños papeles en varias pelis conocidas.

Brillante producto.


Y esto es todo por hoy, señores.








martes, 11 de diciembre de 2012

Cronicas del CEFPIFST. Misión 1: contra el Dr. Nie; Acto 10

[Nota del CEFPIST: El autor nos ha solicitado cambiar el tiempo verbal de la narración. Le es más fácil escribir en pasado. Tras deliberar se le ha decidido dar permiso. Total, incluso Boris Vian hacía cosas como esta]

Barcelona, sede central del CEFPIST, 22:00 h (hora local; 6 horas más que en Jamaica)

"Así pues, ¿todo dispuesto?" Preguntó B a Alexandra
"Sí"
"¿También el fax a Santo Domingo?"
"Sí. 8O ha contestado ya. Está a punto."
"Tras escuchar la traducción conversación que han mantenido Vd. y 7F creo que está sufriendo serios problemas. Van a por él sin reservas."
"Fue una buena decisión enviar a 8O por parte t-t-t-t-t...suya, de buen inicio por si el comandante Moroboshi tenía más problemas de los previstos Sr."
"Cuide ese lenguaje, Fujinami. Recuerde que está en servicio activo en estos momentos"
"Lo intentaré, Sr."

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Sagussa Island, 16:25 h.

La lancha dio un rodeo a la isla de Sagussa. Tras las Pokins había un complejo minero, de donde se extraía hulla y antracita. De eso vivía el Dr. Nie, y parecía que el negocio era boyante a pesar de la discutible calidad del carbón que se extraía en las minas.

Tijani y el Dr. Warren pararon en un pequeño muelle, donde unos empleados vestidos con monos de trabajo los recibieron. Uno de ellos, un tipo grandullón con cierto acento balcánico, se les dirigió:

"Hemos recibido su mensaje, Tijani. Manténgase aquí hasta nueva orden. Dr. Warren, sígame. El Dr. Nie tiene 10 minutos libres para deliberar con Vd."

Warren siguió al gorila sin titubear. Se metieron por una puerta de servicio y bajaron unas angostas escaleras. Al llegar a un pequeño espacio vacío, un gran foco se encendió iluminando toda la estancia haciendo que Warren se llevara las manos a la cara, cegado del todo. A los pocos segundos se le aclaró la vista. Había una sencilla mesa con una caja encima y una silla de plástico. El resto estaba vacío, pintado inmaculadamente de blanco salvo por el brillante suelo de parqué, el foco y un altavoz de última generación. Éste tenía una lucecita roja.

De pronto se puso en verde, y una voz aterciopelada pero firme e imperativa sonó:

"Siéntese, Warren"

Warren tomó asiento, cohibido.

"¿Cuántas veces le tendré que decir que venga aquí TAN SOLO cuando se le llame?"
"Dr. Nie... Discúlpeme... Pero es que ese Moroboshi comienza a sospechar algo"
"Lo dudo"
"Se lo digo en serio. Creo que también sospecha que hay yacimientos de uranio, radio y plutonio en la isla"
"..."
"¿Dr. Nie?"
"Su incompetencia me abruma, Warren. No me puedo creer que haya logrado todo esto y vivir para contarlo. "
"Nuestros dos intentos por acabar con él han fallado, Dr. Nuestros ejecutores, nuestro topo y nuestra fotógrafa me han comentado que es un tipo aparentemente inocentón e inutilmente ligón que se agarra a la vida como una sanguijuela a la ubre de una vaca, y además tiene una suerte loca"
"Lo sé"
"¿Cómo?"
"Mecagüen... ... ... ..."
"¿Dr.?"
"Quiero decir que era de esperar de un agente entrenado por alguien como Ban Shunsaku"
"Si me permite, Dr., pronuncia muy bien el japonés. Yo aún no sé como se llama el Comandante. Amparo, creo"
"Es Ataru, y le ruego que no pronuncie este nombre"

Warren estaba sorprendido. ¿Acaso el Dr. Nie había tenido algún asunto con el agente 7F?

"WARREN, ESCUCHE CUANDO LE HABLO"

A Warren se le borró todo pensamiento.

"Sí, Dr. Nie"
"Antes de venir Vd. he pensado que debería tomar cartas en el asunto personalmente. Vd. es demasiado blando e inexperto, pero le daré una manera de acabar con él. ¿Ve la caja?"
"Sí"
"Ábrala"
"..."
"Y bien"
"Bellísima. No sabía que era aficionado al tema."
"¿Qué?"
"Es una tarántula hecha con piezas de Mecano, con un motorcillo para que funcione"
"Pues... Sí... La verdad es que es eso, pero haga el favor de coger la botella que hay en la caja"
"Un líquido con pinta de ser peligroso. Por el olor diría que es... Desatascatuberías?!"
"En efecto, lo es. Mezclado con curare y matarratas"
"Ya veo por donde va: encaja en el abdómen del mecano. Ahora le pongo esta jeringuilla que me ha dejado y..."
"Exacto. Tiene un detector de movimiento y vista láser. Esta noche lo pone en su habitación de hotel del comandante. Tenemos un topo allí, también. Le dará la llave. Ahora, lárguese y no vuelva hasta que Moroboshi esté tieso"

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Kingston, Courtleigh Hotel, 3:30 h.

Ataru dormía a pierna suelta en su habitación. Estaban siendo días cansados, aunque a parte de la conversación con Warren no había hecho nigún progreso, por lo que había aprovechado para hacer un poco de turismo. Si había enemigos cerca, verían que no tenía miedo.

La puerta se abrió silenciosamente. Una mano dejó sobre la moqueta una especie de juguete. Lo puso en marcha. El aparato, muy silencioso, se desplazó sobre la moqueta. La puerta se cerró.

La alimaña mecánica avanzó lenta pero seguramente hacia la cama de Ataru. Llegó a tocar un trozo de sábana. Tiró atrás y andó hacia las patas de la cama. Subió y subió gracias a unos ganchos casi microscópicos que se adheria a casi todas las superfícies. Hacía calor, y Ataru dormía solo en calzoncillos. Cuendo algo frío le tocó la piel con suavidad, despertó. Algo metálico estaba atravesando sus muslos. Ataru había aprendido a no sobresaltarse gracias a los entrenamientos. Seguía con los músculos en tensión. Empezaba a dolerse. De debajo de las sábanas, avanzando sobre su cuerpo, corría un aparato mecánico con una botella de muy mala pinta. Ataru dejó de mirar. No debía pensar. Solo era necesario agunatar . Sintió un tirón en uno de los talones. Aguantando el dolor, pudo sentir como el aparato llegaba hasta su cuello y bajaba por el pescuezo. Y bajaba y bajaba. Y de pronto no sintió el frío tacto del hierro. Era jugase el todo por el todo, se levantó de pronto y, sacando la Desert Eagle de debajo de la almohada, golpeó repetidamente al aparato con la culata. El botellín se rompió, y Ataru hizo volar el robot hacia la pered de un último golpe. Había quedado un poco machacado, pero aún funcionaba. Sobre su cama, cristakes rotos, un líquido que quemaba al tocarlo la aguja de una jeringuilla le mostraban lo cerca que había estado del fin.
Ataru sintió de pronto náuseas y mareo, y se fue al lavabo, donde vomitó todo lo que había comido y más. Cuando tenía los ojos cerrados para no mirar al autómata, en efecto, vio una luz. Al menos no se orinó. Parecía que el entrenamiento con Hogeoyaji había funcionado en un momento límite. Y la Suerte, claro.

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Kingston, Courtleigh Hotel, 10:45 h.

El teléfono de la habitación sonó.

"¿Diga?"
"¿Sr. Moroboshi?" Ataru reconoció la voz de uno de los recepcionistas del hotel
"Sí"
"Llamada del Honorable Sir Winston Spaulding. Lo pongo con él"

¿Qué querría ese cabrón?

"Hola, jovenzuelo" dijo la voz al otro lado del hilo "¿Se progresa, muchacho?
"Lo que se puede, Sir"
"Seré directo: el Almirante me ha hecho llegar en valija un  paquete para Vd. Me ha pedido que se lo entregue en mano yo mismo. De paso debo decir que me ha enviado una magnífica maqueta de barco. Este tipo realmente añora esos tiempos en Almirantazgo".

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Kingston, Ministerio de Seguridad Nacional y Justicia, 13:21 h.

"Bueno, tengo que ir a la sede del Tribunal Supremo urgentemente, así que tome el paquete y excúseme. Lo dejo aquí con Walpole. Cuídese, Comandante"

Spaulding tenía prisa esa mañana. Menos mal. Ataru tomó el paquete y salió de la sala junto al Teniente. Al pasar ante la Sta. Roppongi, ésta lo llamó:

"Ataru..."
"Dime, Akemi-chan".
"¿Puedo pedirle algo, por favor?"
"Claro. Lo que tú digas."
"Es un poco precipitado, pero... Esta noche no tengo nada que hacer y me gustaría hablar japonés con alguien que no sean mis padres..." Akemi tenía la cabeza gacha,y las mejillas se le habían sonrosado encantadoramente.
"¿Me estás pidiendo una cita?"
"Esto... Sí."
"Esto ni se pregunta, nena. ¿Claro que sí?¿Dónde quieres que te lleve?"
"Oh, me gustaría quedar en mi casa. No soy persona de salir mucho"
"¡De puta madre! ¿Dónde vives?"
"Tome mi tarjeta. Está la dirección de mi domicilio y mi teléfono particular"
"¿Te va bien a las siete de la tarde?"
"Me va excelente"
"Bien. Si sale algo, te llamo"
"Gracias, Ataru, es Vd. un encanto de hombre. Voy a hacer una cena que se va chupar los dedos"

Ataru asintió y volvió hacia Walpole.

En ese preciso momento, dos cerebros pensaban paralelamente: "Está en el bote"

En recepción, Walpole habló al fin:

"Es Vd. todo un Casanova, comandante. Las mata callando, ¡eh!"
"¿Se sorprendería si le dijera que hasta hace unos meses era yo el que se echaba encima de las mujeres y que me llamaban El tío más cachondo del universo?" Dijo Ataru mientras ponía la tarjeta en su agenda. "No conteste... Walpole. Tengo que pedirle algo. Ya le he contado al Comisario del distrito donde estoy alojado que esta madrugada han ido a por mi y me tienen en jaque. Ahora me toca a mover ficha y necesito ayuda"
"Toda la que quiera"
"Bien... ¿Dónde queda el domicilio de la Srta. Roppongi?"
"En el sector montaña de la ciudad, en una urbanización de lujo de esas donde viven los blancos y los traficantes de droga. Tendrá que dar un poco de vuelta, porque están re-asfaltando la carretera, pero llegar allí es fácil"
"Perfecto. Mire Walpole, quisiera que hiciera algo por mí. ¿Verdad que va al Tribunal Supremo, ahora?..."

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En la antesala del despacho de Spaulding, Akemi hablaba por teléfono "El Dr. Nie no se equivocaba, Sr. Warren. Ha aceptado sin rechistar. Es un mujeriego de tres pares de cojones. Esté en mi casa a las nueve ¿de acuerdo?"

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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Serie Navidad frikinauta 2012/13: Ilusión

A ver: este blog está dirigido a adultos y todos los adultos sabemos cómo San Nicolás de Bari (alias Papá Noel, Santa para los amigos) y los Reyes Magos llegan a nuestras casas cada año con una puntualidad récord (y a las de nuestro parientes, y al las de tó cristo).

Ahora bien, en nuestra infantil crueldad, cuando se nos reveló quiénes eran ellos, ¿quién no intentó cargarse el supuesto mito ante los compis? Yo lo supe a los 6 años. Era un niño inquieto y no comprendía cómo esa gente podía ir por las casas tan rápido. Buscaba una explicación racional y no me emocionaba. NO TENÍA ILUSIONES. Es muy triste. Me lo dijo mi madre, que dio con la clave. Desde entonces nació en mí la ilusión porque sé que tras esos seres extraños y entes paranormales se esconde algo que va más allá de la magia. Desde entonces dediqué muchos años a burlarme de los que creían . Con la pre-adolescencia llegó la empatía, y empecé a buscar recetas para que mi hermano creyera tras años de burlas y vejaciones. Creyó, aunque enseguida tuvo inquietudes: "¿Por qué los pajes del cole son [la Shizuka de turno de nuestra clase: todos íbamos locos por ella] y [un tipo grandullón que ahora reside en Inglaterra]?" Un compañero mío intentó convencerle de que eran uno de África y otro de Jordania, pero mi hermano no tragó. Después se preguntó por qué Papá Noel tenía la letra de mi madre - yo ya le dije que no iba a funcionar -, y tuve que convencerle de que Santa le dictó el mensaje (y eso que hizo otro para mí, bajo mi connivencia, para cubrirse las espaldas. Incluso me dio ambos mensajes para que los corrigiera porque no sabe escribir bien en catalán) para disimular) porque él no tenía tiempo de escribir. Coló. Después se preguntó por qué habían tres Papanoeles en el Portal de l'Àngel y uno le dijo "Visca el Barça, eh!" ¿Pero Santa no es de todo el mundo? Creo que coló decirle que eran delegados locales al sevicio de Santa que hacían su trabajo mientras él explotaba elfos en Laponia (no se lo dijimos exactamente así. pero bueno, tu ja m'entens, noi - Aquí somos enemigos del Wert ese, que quede claro).

Cuando mi hermano tenía once años pasó lo insólito -en un primer momento - y lógico. Yo iba al insti y mi empeño por conservar la ilusión del chaval era más firme que nunca. Y le digo "Los Reyes ya han plantado el campamento", y me contestra "No me vengas con mandangas, Marc, que sé la verdad". Hacía como un año que lo sabía. Lo había concluído por pura lógica pero deseaba que NOSOTROS mantuviéramos la ilusión. Creo que no se dio cuenta pero fue su manera de devolvernos los esfuerzos que hicimos. Lo veo así.

Con la llegada de la edad adulta lo comprendí del todo. Los rostros iluminados de los críos cuando van a ver al Paje, los abuelos peleándose a hostia limpia por lograr caramelos para sus nietos en la Cabalgata... Vi lo que yo jamás tuve.

Si un día tenéis hijos, criadlos para que crean. No tener ilusiones es triste de veras. Que no os salgan analíticos como yo.