Barcelona, 12:27
h
“Y esto,
hermanos, es lo que nos acerca más a Dios…”
*Pi-pi-pi-pi**pi-pi-pi-pi*
[Murmullo
desaprobador]
El apuesto joven,
solitario en su banco, apagó su buscapersonas. Su rostro serio no indicaba que
le importara mucho que se hubiera interrumpido el sermón. El capellán se mostró
un poco molesto, pero siguió a lo suyo. El chico era un buen feligrés desde que
llegó a la ciudad.
Barcelona, 12:43
h
“…Porque con la
llegada de los JJ.OO., nuestra ciudad debe dar ejemplo de piedad, caridad
tolerancia entre pueblos…”
*Blip-bli-blip-bi-bi-bi-blip**Blip-bli-blip-bi-bi-bi-blip*
*Blip-bli-blip-bi-bi-bi-blip**Blip-bli-blip-bi-bi-bi-blip*
[Murmullo
desaprobador, algún “Shhhhhht”, algún “ostia ya” entrecortado y esperando que nadie
lo hubiera oído].
Esta vez el joven
puso una cara un poco más de circunstancias cuando apagó su celular. Sabía que
no debía llevarlo a misa, pero faltaba poco, y B podía esperar. El capellán lo
miró mal. El joven se encogió de hombros.
Barcelona, 13:01
h
“El cuerpo de
Cristo. Amén”“Amén”*Bzzzzzzzz**Bzzzzzzzzzz*
[“Bueno, ¿ya
basta no?”, “falta de modales”, “arderás en el infierno, hijo de Satanás”,
“aquest jovent puja tan maleducat, oi, Senyora Munda?”
El muchacho se
levantó, se tapó su reloj de pulsera con la mano derecha, se acercó al capellán
y le dijo, con un fuerte acento de Europa del Este “Mosén Duran, deme la ostia.
A veces el deber de un hombre se debe anteponer a los designios del Señor”
Mosén Duran era el confesor del joven Sarunas Zelgadis, agente 3D del CEFPIST.
B había permitido que los agentes religiosos pudieran confesar sus pecados y
Saras, o Zel, como le conocían sus compañeros, no era menos… Claro que Zelgadis
no consideraba que matar a malvados y follar a mansalva fuera pecado, por lo que
se callaba estos detalles, pero Mosén Duran sabía casi todo el resto de pecados
que cometía su feligrés, y sabía que su trabajo era muy importante para salvar
vidas humanas. Así que le dio la ostia, lo bendijo y él salió corriendo de la
nave. Cuando algunos feligreses lo miraron bien, vieron que el sol, al dar
sobre él revelaba una extraña piel azulada y llena de costras. Una mujer se
desmayó, pero la mayoría de gente estaba acostumbrada a él. Sufría en sus
carnes el peso de la maldad humana: el ex-baloncestista era mutante. Uno de
tantos desafortunados hijos de la radioactividad.
Zel sacó la mano
del reloj. Éste seguía zumbando y vibrando. Pulsó uno de los botones de ajuste
y una voz al otro lado de la línea le contestó apremiante
“¿Saras? Ya era
hora de que contestaras. Y sin haberlo imaginado…“Corta el rollo, Alexandra".
Voy para allá. No
tengo nada más que decir… Sí… Je, eres un encanto, nos vemos en un rato”
Barcelona, 14:20
h.
Zel entró en la
secretaría.
“Buenos días. Ya
estoy aquí. ¿Espera B?”
“Por supuesto que
sí, entra sin llamar”
“Entendido”
Zelgadis entró en
el despacho de B. Iba muy arreglado. Había pasado por casa para ponerse ropa
fresca y adecuada para el trabajo. Odiaba llevar corbata, y B lo sabía, por lo
que parecía vestir de manera más informal que los otros agentes, pero el viejo
marino estaba orgulloso de él. Era el más serio y disciplinado de la Sección
Omega.
“Siéntese, 3D”
Zelgadis se
sentó.
“Perdone que le
haya interrumpido en un momento de recogimiento espiritual, pero nos ha llegado
hace unas tres horas un informe de nuestra estación en Budapest. Tiene que ver
con Vd.”
“Es extraño. No
he estado nunca en Budapest”
“El hecho es que
viene de allí, y el asunto es de alivio. Nuestro jefe en Hungría ha recibido
esta mañana la visita de cierta empleada
del cuerpo diplomático soviético. Dígame: ¿Le suena el nombre de Amelya
Selinova?”
“Para nada”
“Pues a ella
tampoco le sonaba el suyo hasta hace un par de días, pero se ha enamorado a
primera vista de Vd… Bueno, de su foto en los archivos del KGB”
Zelgadis alucinó.
Casi se puso a reír, pero la cara de gravedad de B le convenció de que lo mejor
era callar. El inglés prosiguió.
“Sé que parece
cosa de risa, pero el asunto da un giro a partir de aquí. Verá: Esta chica
también trabaja para el KGB, como ayudante de cierta persona que trabaja en la
embajada rusa de Budapest. Dice el informe que ha declarado estar hastiada de
la URSS y que quiere pasarse a Occidente con nuestra ayuda. Evidentemente no es
un caso como el suyo: esto es una deserción en toda regla. Nosotros no queremos
meternos en líos con el KGB, ya que desde que el presidente Gorbachov tomó el
mando, nuestras relaciones están empezando a encauzarse tras años de ser
enemigos… Pero…”
“… Prosiga,
Señor, se lo ruego. Creo que ya me ha sorprendido suficiente por hoy”
“La Srta.
Simonova tiene una… Ejem… Oferta para nosotros: Un ordenador portátil con una
base de datos que contiene millones de entradas con información top-secret del
KGB, entre otras cosas muchísimos datos de nuestros… Eh… Rivales acérrimos: la
CIA”
“¿Aún nos toman
como un servicio secreto que quiere vender planes a los marcianos? Pfff… No
entienden que somos un FBI a lo grande, que aquí no nos dedicamos al espionaje
como lo entienden ellos”
“Por eso
necesitamos esa información. Ya sabe que a pesar de que toleran que tengamos
varias estaciones allí, tienen vigilados a todos nuestros agentes
estadounidenses con lupa. Macarthysmo total. Y encima, aquí aquí nuestros aliados
del FBI se tienen que lavar las manos. Necesitamos algo para que nos dejen en
paz a las malas. Es el único lenguaje que entienden los americanos. Un día, más
pronto que tarde les va a pasar algo que cambiará su historia para siempre, ya
verá”
“Bueno, no seamos
agoreros, Señor. Pero, pensándolo bien…”
“¿Qué?”
“Todo esto…”
“Sí…”
“Apesta a trampa
del KGB de lejos. Toda la historia que me ha contado parece – y creo que es -
una solemne parida pensada para ir a por mí, específicamente”
“…”
“…”
“…”
“…”
“…Eh… Sí, 3D, lo
es… Pero picar en ese cebo es…”
“… Una tentación
irresistible. Como les gusta el juego a los británicos, Señor, si se me
permite…”
“Permitido. Sí.
Lo tomo como una apuesta. A priori será facilísimo”
“Yo no funciono
con apriorismos, Señor, solo cumplo lo que me diga Nuestro Señor y Vd. ¿Cuándo
debo partir?”
“Pasado mañana.
Pero antes de que abandone el despacho, W desea entregarle algo”, B se dirigió
al intercomunicador “¿Está W aquí, Srta. Fujinami”
“Acaba de llegar,
Señor”
“Hágalo pasar”
W entró, tan
jovial como siempre
“Buenos días,
Señor. Hola, bandarra de misa de los domingos”
“Buenos días W”,
respondieron al unísono los dos
Como si de un
déjà vú narrativo se tratara, W llevaba consigo un maletín.
“Mira que
regalito te traigo, 3D”
“Vaya W, me
halaga Vd. Bendito sea. Es una maleta de cuero, bellísima, de fabricación
inglesa, creo…”
“Nah, es un
maletín como cualquier otro, solo que…”
“¿Qué?”
“Es mágico”
Tengo ganas de conocer a B y W. Por cierto, ¿no debería ser CEFPIFST?
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