martes, 23 de septiembre de 2014

Crónicas del CEFPIFST: Desde la URSS con pavor, Acto 17

En el andén de la Estación Central de Ljubljana, el agente Ivan del Guidice esperaba tranquilamente la llegada del Orient Express con 3D y la Srta. Selinova. Lo habían llamado de urgencia desde Venecia para encargarse de la logística del viaje en coche hacia Venecia. El plan estaba claro: Iba a estar con la pareja mientras el tren fuera hacia Trieste, ciudad que estaba seguro que estaba repleta de agentes del KGB, ya que su proximidad con la frontera yugoslava les deba grandes ventajas para espiar a esa nación rival sin que se les tirara nada en cara.
El punto de extracción sería el pequeño pueblo de Gornje Ležeče, por cuya estación pasaba de largo el tren a nivel del suelo. Allí se pondría un obstáculo en la vía (ya se habían decidido por un rebaño de vacas) que haría parar el convoy. Tras bajarse, irían en una falsa furgoneta de productos agrarios, pasando un puesto fronterizo que estaba ya bajo aviso por parte de los Carabinieri, que habían accedido a trabajar a favor del CEFPIFST. Desde allí, dando un rodeo a la ciudad de Trieste, llegarían a Venecia, territorio controlado.

Estaba del Guidice repasando mentalmente las posibles fisuras de su plan cuando llegó el tren. Iba a parar durante una hora y media, así que había tiempo para preparar el plan. Una multitud bajó de los vagones para estirar las piernas. Del Guidice se encontraba buscando 3D cuando éste se le acercó por detrás.

- Disculpe caballero. ¿Qué hora es? - preguntó el joven y apuesto agente
- Las once de la mañana. - Contesto el hombre.
- Creo que va una hora atrasado.
- Estos relojes japoneses…
- Muy bonitos…
- … Pero nada prácticos... Bienvenido a Ljubljana, 3D.
- Grazie.
- Pronuncia usted muy bien.
- Non sei stato informato che parlo italiano?
- Non, le cose vanno troppo in fretta in Barcellona.
- Oh, lo so. Lo so. Bene, bene, bene...Guardiamo per un posto discreto per parlare dei piani.

Y 3D y del Guidice se dirigieron al baño de caballeros

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Debe decirse que como pudo comprobarse, en efecto, el plan de Del Guidice tenía una fisura como era no pedir una descripción completa de 3D y sus competencias. Desde luego que a raiz de este caso, la dirección del CEFPIST envió señas de todos los agentes tanto a los archivos informáticos como manuales por defecto. Y es que de haber visto a Blitzkreig saliendo tranquilamente del lavabo de hombres con las señas personales de Del Guidice - que estaba bien difunto en un lavabo, estrangulado sencillamente con una escobilla del wáter - y los papeles del plan, ciertamente B se hubiera dado de cabezazos contra la primera pared por descuidar el tema de la documentación interna.
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- Disculpe caballero. ¿Qué hora es? - preguntó Del Guidice
- Las once y veinte de la mañana. - Contesto 3D
- Creo que va una hora atrasado.
- Estos relojes japoneses…
- Muy bonitos…
- … Pero nada prácticos...
- Joder, como me ha costado encontrarle, 3D, es Vd. algo bajito, ¿no? - dijo el italiano riendo

Desde luego, Del Guidice parecía todo un alero en comparación al base Zelgadis.

- Soy el agente Del Guidice. Mi credencial de la Trans Global. Disculpe el retraso. Esta ciudad es pequeña pero ajetreada.

Zelgadis la examinó. Biltzkreig había tenido tiempo de poner con habilidad su foto sobre la de del Guidice. En 1987 la documentación no era tan sofisticada como ahora.

- Conforme.
- Grazie, Zamyatin.
- Zelgadis - sonrió Zel - Me llamo Zelgadis, Sarunas Zelgadis. Es algo difícil, así que llámeme Zel, o Saras.
- Bien, Zex.

"Vaya un tunante me han enviado", penso 3D, "mucho músculo pero digno heredero de Tadermolo y Mifolén, parece"

3D y Blitzkreig entraron en el tren. Se dirigieron al departamento y esta vez Zel volvió a usar el santo y seña que se había inventado Fülöp. Poco se imaginaba que estaba ante el asesino de su compañeto. Amy abrió la puerta.

- Hola, tesoro.
- Estoooo... - contestó Zel rojo como un tomate - Este es el agente del Guidice. Tiene la clave para entrar en Occidente.
- Genial. Bienvenido a bordo, camarada.
- Hooooola, muñeca. Vaya si eligen bien las agentes en el KGB. Un poco retaca, pero tiene un buen polvazo, eh!

Amy se rió de corazón con las maneras brutas de del Guidice. Zel echó mano del largo rosario que llevaba en su bolsillo y pensó en su madre: "Mamá, dame paciencia con este gilipollas como tú la tenías conmigo. Solo hace cinco minutos que lo conozco y ya le quiero echar este rosario en el pescuezoooooooou..."...

Los tres agentes cambiaron impresiones, y mientras tanto, hablando, hablando, arrancó el tren. Blitzkreig disfrutaba haciendo el payaso, viendo como sus objetivos se arrojaban hacia la perdición final. 
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- Tío, eh, tío. Esto... Sarnosas, o Celíaco o comosellame, 3D.
- Dígame, DEL GUIDICE.
- ¿No tiene used ganas de menear el bigote?
"Al fin dices algo inteligente desde que te has presentado", pensó Zel.
- Sí, es verdad, deberíamos comer algo. ¿Vamos, Amy?
- No será necesario que lo digas dos veces.

Los tres se dirigieron calmadamente al vagón restaurante. Un camarero que parecía un marino más que un ferroviario se acercó a los comensales y les preguntó con marcado acento francés qué deseaban:

- ¿Qué nos recomienda, camarero? - Contestó Zel.
- Tenemos algo muy mediterráneo como plato del día: Risso al nero di sepia. Las sepias y la tinta las acabamos de recibir frescas en Ljubljana. - bajó la voz - Están de suerte, porque generalmete las tenemos congeladas, pero hoy nos faltaban... 

Acostumbrado a vivir en Barcelona. Zel supo enseguida que se refería a un plato de arroz negro.

- ¡Genial! Póngame uno.
- Otro a mí - contestó Blitzkreig
- Bueno, suena a extraño, pero allí donde fueres... Otro para mí - sentenció Amy
- Y de beber nos pone un chardonnay fresco.
- Si me permite, Zeus, yo quisiera un batido de chocolate

El camarero y Amy se turbaron visiblemente, pero Zel no esperaba nada mejor de ese papanatas. El camarero se fue diciendo algo que no parecía agradable en argot marsellés.

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El camarero tenía razón: las sepías estaban frescas y el arroz sabía glorioso. Amy comía muy poco a poco, no muy convencida, y Blitzkreig se ponía buenas cucharadas que bajaba com el batido. Zel preguntó al agente qué tal estaba la comida.

- Estupenda, Sorias. Pero veo que tu novia se ha acabado el vino y no le llenas la copa. Anda y que si no estuviera yo ojo avizor... Permítime, muñeca.

Amy no reparó en que, disimuladamente, Blitzkreig había reventado una cápsula entre sus dedos. Zel sí que lo vio. Aquí es donde el entrenamiento como agente entraba en juego. No se inmutó. Pero, ¿quién era este tipo? Desde que pidió el batido, Zel fue pensando en los cursos de buenas maneras que recibían los agentes del CEFPIST... Este tío, aunque fuera tonto... ¿O no lo era tanto?





   

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